Estimados Hermanos/as:
Desde la junta de gobierno en funciones, y por medio de la presente, quisiéramos informaros formalmente de los últimos acontecimientos generados en el seno de nuestra Hermandad.
Con fecha del pasado 22 de Agosto, nuestra madre, y priora de nuestro querido Monasterio de Santa María del Corpus Christi, informó que por motivos de salud, y de la avanzada edad de la mayoría de las hermanas que componen esta comunidad de Carmelitas Descalzas, se verían en la obligación de cerrar el monasterio y trasladarse al monasterio de Carmelitas de la calle Imagen de nuestra ciudad de Alcalá de Henares.
Nuestra Hermandad, tras esta comunicación se vería afectada, en primer lugar, y lo más importe, por la pérdida de nuestras queridísimas madres, que han estado rezando por nuestra ciudad y por cada uno de nosotros anónimamente, en silencio y ofreciendo sus vidas desde 1599. Ellas han sido las grandes impulsoras de la devoción hacia Nuestra Señora del Carmen y su Novena desde finales del siglo XIX, y nos quedaríamos cortos en decir todo lo que han hecho por todos durante más de cuatrocientos años.
De igual forma nos veríamos afectados por la pérdida de nuestra sede canónica, y tal vez, en la de nuestra venerada imagen. En este sentido, y tras diversas conversaciones mantenidas tanto con nuestras madres como con el Sr. Obispo y sus vicarios, y dado que ya ha sido confirmado, es nuestra obligación anunciar que nuestra sede canónica será la Parroquia de Santiago Apóstol (Calle Torrelaguna 2, Alcalá de Henares), donde podremos seguir venerando a nuestra Sagrada Titular. La imagen nos ha sido cedida hasta una posterior reclamación por las RR.MM. Carmelitas, quienes seguirán teniendo su propiedad.
Desde estas letras y con emoción, quisiéramos agradecer a nuestras madres todo lo que han hecho por nuestra Hermandad, por su trabajo, sus desvelos, por cuidar de nuestra imagen, por tener todo apunto en nuestras celebraciones, tantas cosas tenemos que agradecerlas.... Pedimos a Dios y a nuestra Madre Santísima que las sigan cuidando allí donde van, en su vocación, en su fidelidad y en su amor por lo que dejaron todo. Que Cristo las recompense con la corona de santidad, esa santidad que ya en vida terrenal han ganado.